martes, 14 de mayo de 2019

El móvil cochambre


Mi propuesta es muy sencilla. Y además muy cochambrosa. Creo que los teléfonos móviles, también llamados celulares, deberían incorporar pantallas de tinta electrónica. Es el tipo de pantalla que podemos encontrar en los libros electrónicos. Cualquier persona que haya utilizado uno de estos artefactos podría pensar que emplear una tecnología tan limitada en un teléfono inteligente supondría dar varios pasos en la dirección incorrecta, es decir, hacia atrás. Pero creo que en este caso, cuando nos acercamos al abismo, hacia atrás es la única dirección sensata. ¿Por qué debería tener un teléfono móvil una pantalla de tinta electrónica?

- Porque, a diferencia de las pantallas LED, las pantallas de tinta electrónica no están retroiluminadas. La exposición prolongada a la radiación emitida por las pantallas retroiluminadas es perjudicial para nuestros ojos. En especial cuando se trata de dispositivos como los teléfonos inteligentes y las tabletas electrónicas que utilizamos a corta distancia durante largos periodos.

- Porque las pantallas de tinta electrónica sólo consumen energía cuando cambian de imagen. Por ejemplo, un libro electrónico no consume energía mientras muestra un texto o una imagen, sólo cuando cambia de página. Éste es el motivo por el cual la batería de un dispositivo con tinta electrónica tarda mucho más en descargarse que uno equivalente con una pantalla LED. Teniendo en cuenta que el número total de teléfonos móviles en el planeta ha superado recientemente el número total de sus habitantes humanos, el cambio de pantalla supondría un ahorro gigantesco de energía pero, además, podría desencadenar un cambio de paradigma en el consumo de información.

Los smartphones actuales nos incitan a la interacción permanente. Al montar en bicicleta, si dejas de pedalear te caes. Del mismo modo, si la interacción cesa un momento la pantalla del móvil se apaga, interrumpiendo el suministro de estímulos y recompensas. No existe lugar para la pausa o la reflexión, las aplicaciones que utilizamos canalizan un flujo frenético de información que se actualiza continuamente, nada permanece por mucho tiempo en la pantalla. Estas corrientes de datos sólo transportan pequeñas unidades de información que son consumidas y olvidadas inmediatamente antes de ser reemplazadas. Las ideas son apenas apuntadas o esbozadas en forma de titulares e imágenes, no existe espacio ni tiempo para desarrollarlas.

Un teléfono que permitiera mostrar en pantalla un texto durante un tiempo indefinido (sin consumir batería y sin machacarte la vista) podría cambiar el paradigma asfixiante del consumo de información, facilitando la difusión y el análisis de conocimientos más extensos y complejos.

- Porque las pantallas de tinta electrónica no pueden reproducir imágenes en color ni vídeos (por ahora). Los colores empleados en muchas aplicaciones móviles son seleccionados con técnicas de neuromarketing para captar la atención y generar respuestas emocionales. Tristan Harris es un experto en estos temas que, tras abandonar Google, creó una organización dedicada a fomentar el uso responsable de la tecnología. Según Harris, limitar la gama de colores de un móvil a la escala de grises puede reducir significativamente la adicción a este tipo de dispositivos.

Estas limitaciones gráficas propiciarían la prevalencia del texto sobre la imagen en los nuevos móviles, favoreciendo el retorno al lenguaje simbólico en una sociedad dominada por el culto a la imagen. Los gráficos estáticos en escala de grises serían especialmente inapropiados para el uso de plataformas sociales basadas en la exposición intensiva de fotografías y vídeos personales, como Facebook, Instagram o Snapchat, o para la difusión y el consumo compulsivo de pornografía. En cambio permitirían ilustrar y enriquecer los textos con dibujos, esquemas y diagramas. En un mundo tecnológico en el que el diseño de interfaces atractivas se impone a la sencillez y el buen funcionamiento este tipo de involuciones estéticas podrían resultar providenciales.

- Porque permitirían reducir el consumo de papel. Porque las nuevas pantallas serían visibles a pleno sol. Porque si utilizamos artefactos más lentos, apacibles, ilustrados y humildes quizás acabemos pareciéndonos un poco a ellos. Pero, sobre todo, porque es una idea tan absurda, descabellada y cochambrosa que merece la pena tenerla en cuenta.

martes, 30 de abril de 2019

Consejos para fracasar con su blog


En ocasiones, conseguir un rotundo fracaso puede resultar más difícil de lo que esperamos. Cuando nos enfrentamos con una tarea tan complicada nunca viene mal un poco de ayuda. Estos consejos pueden resultar de utilidad para todos aquellos que quieran convertir su blog en todo un fracaso. A mí me han funcionado:

1. No se especialice en nada. Los blogs especializados en algún tema concreto suelen tener más éxito. Lo ideal es dedicar un artículo a la política, otro a la programación y el siguiente a los fandangos para desorientar a los potenciales lectores.

2. Sea muy árido. Algo que siempre funciona es publicar textos muy largos sin imágenes, vídeos, enlaces ni otros aderezos. También suelen resultar desalentadores para el lector algunos recursos retóricos como las digresiones, las elipsis o la profusión de frases subordinadas y prolijas.

3. Prescinda de las redes sociales. Promocionar el blog a través de estas herramientas es peligroso, puede conducir al éxito. Lo ideal es no estar registrado en Twitter, Facebook ni Instagram para evitar tentaciones.

4. Periódicamente, sondee los medios de comunicación para detectar los temas más populares. Esto le permitirá evitar las tendencias que susciten más interés. Seguir los blogs de moda también puede resultar útil para no repetir los errores que les condujeron al éxito. En mi caso, siempre apuesto sobre seguro, eligiendo temas soporíferos e indigestos como la libertad, el teatro, la melancolía o el fracaso.

5. Narre con profusión de detalles los más insípidos episodios de su infancia. Si este tipo de relatos nos resultan aburridos a nosotros mismos, imagínese a los demás.

6. Apueste por la contradicción. Elaborar un discurso claro y coherente puede contribuir a que sus artículos sean entendidos y compartidos. Por ejemplo, realice una larga exposición sobre los efectos catastróficos del automóvil y, a continuación, declárese un apasionado de los coches.

7. Siempre que tenga ocasión, introduzca en sus textos aceradas críticas a las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales. Manifieste su melancólica inclinación por tecnologías obsoletas como el teletexto. Proyectar una imagen de anacrónico reaccionario puede desalentar a sus seguidores más pertinaces.

8. Siembre el caos y cultive la entropía. De vez en cuando introduzca elementos absurdos como un poema dedicado a un helado o el código fuente de un programa informático. Elabore imágenes extrañas y promueva la escatología.

9. Utilice un tono impersonal en sus textos. Nunca se dirija a los potenciales lectores y evite, en lo posible, el empleo de la segunda persona. No fomente la aparición de comentarios. Establecer con los usuarios una relación de complicidad puede conducir a conceptos tan desagradables como la fidelización.

10. Elija con cuidado los títulos de sus entradas. Utilice títulos poco atractivos y vagamente descriptivos. Si los usuarios detectan algún atisbo de interés o beneficio en el título es posible que lleguen a leer la entrada. Pocas personas se animarían a leer algo titulado “Tributo a la lealtad del poto”, “Los niños solipsistas" o “Ideología y Estado”.

11. Persevere. Muchos creadores de blogs desisten cuando se dan cuenta de que están predicando en el desierto. El fracaso debe ser una motivación para seguir adelante.

12. Elabore una lista de consejos para que otros blogueros sigan su ejemplo.

martes, 16 de abril de 2019

Díptico apocalíptico

Aún conservo la hoja de papel que me regaló, hace unos años, un niño bastante enigmático. En cada cara de la hoja hay un dibujo. Se trata de un curioso díptico, una especie de novela gráfica compuesta por dos únicas viñetas.


En la primera, un intrépido esquiador, ataviado con gorro y bufanda, se desliza por la pendiente de una ladera nevada que resulta ser la frente de un extraño personaje. Al pie de la montaña un simpático muñeco de nieve dirige al esquiador mensajes de aliento: "¡Viva, venga!", "¡Tú puedes!". El observador atento entenderá que se trata de algún tipo de competición, pues a lo lejos se vislumbra la pancarta de meta.


Al girar la hoja de papel y contemplar el segundo dibujo, nos enfrentamos a un desenlace inesperado. Aunque pueden ser varias las interpretaciones, la mayoría de las personas que han contemplado la escena comparten una visión similar de los acontecimientos representados. Al continuar con su trayectoria descendente, el esquiador ha sido atrapado por el muñeco de nieve que, a pesar de sus palabras anteriores, ha resultado ser un personaje bastante siniestro. El esquiador, aterrado, apela a su progenitora ("¡Mamá, mamá!") y profiere lamentos plañideros ("¡Bua, bua, bua!").

No obstante, quedan algunos interrongantes sin una respuesta clara: ¿por qué la montaña nevada cierra los ojos y saca la lengua?, ¿puede que su papel en el fatal desenlace no sea tan pasivo como parece?, ¿el esquiador llora porque está siendo agredido o porque siente miedo?, ¿es posible que el muñeco de nieve no sea un agresor sino la víctima de la imprudencia o la falta de pericia del esquiador?

Sólo el pequeño artista lo supo.

martes, 9 de abril de 2019

Fracaso sentimental estimado


De ésto hace ya mucho tiempo. Mis compañeros de trabajo querían organizar una fiesta y, finalmente, me habían convencido para que se celebrara en mi casa. Tras varias negativas por mi parte, uno de ellos había sabido pulsar la tecla adecuada: me aseguró que la chica que me gustaba, una de nuestras compañeras menos atractivas, acudiría a la fiesta. Debido a mi carácter algo misántropo, aquella noche me encontraba fuera de lugar. Los demás, incluso algunas personas que apenas conocía, parecían encajar mejor que yo en mi propio entorno. La escena me producía cierta extrañeza, como si dos realidades incompatibles comenzaran a mezclarse.

Pero, a pesar de todo, la chica había venido. Y quiso la fortuna que estuviera sentada precisamente en el extremo de un sofá junto a un mueble que albergaba, precisamente, cierta colección de biografías. Eso me puso más nervioso porque la chica poseía cierta cultura y parecía natural que se interesara por aquellos libros. Comenzó a revisar las estanterías, leyendo los nombres de los personajes históricos escritos en los lomos. La colección estaba integrada por 57 volúmenes, pero ella escogió uno y sólo uno, lo extrajo del mueble y entonces se me heló la sangre.

Todos tenemos algunos objetos malditos, algunos secretos inconfesables. Había cierta foto mía que no quería enseñar a nadie. Era el retrato de un idiota, el rostro impenetrable de un ser estupefacto, el mapa de la estulticia humana... y unos meses atrás, con la intención de confinarla en un lugar seguro donde no pudiera hacer daño a nadie, la escondí dentro de uno de aquellos libros, un volumen escogido aleatoriamente. Y me olvidé del asunto. Hasta que la última persona del mundo a la que le habría mostrado esa foto abrió aquel libro presisamente por cierta página y la encontró allí. El hallazgo fue celebrado con alborozo y la foto pasó de mano en mano provocando estupor e hilaridad entre los presentes, mientras yo me consumía en el altar de mi desesperación.

No recuerdo el título del libro. Lo más adecuado habría sido la biografía de algún personaje atormentado como el escritor checo Franz Kafka o, mejor aún, la del filósofo alemán Friedrich Nietzsche que, ironías del destino, según parece, murió de sífilis a pesar de ser virgen. Ambas biografías formaban parte de la colección.

En realidad, lo que más me atormentaba es que se trataba de un suceso altamente improbable, un acontecimiento extraño y remoto. En el salón en el que nos encontrábamos había otros libros y objetos que podrían haber captado la atención de la chica. Si se hubiera sentado en otra zona es posible que nunca se hubiera fijado en la colección de biografías. Aún así, dicha colección contenía 57 volúmenes, e incluso en el caso de tomar el volumen indicado podría no haberlo abierto por la página en la que se encontraba la fotografía. La probabilidad estimada del suceso podría calcularse así:

P = PC x PL x PF

Lo que significa que la probabilidad de que la chica encontrase la foto podría calcularse como la intersección de tres sucesos, es decir, el producto de sus probabilidades:

PC: la probabilidad de que se fijara en la colección de biografías.

PL: la probabilidad de que extrajera el libro en cuestión.

PF: la probabilidad de que abriera el libro por la página de la foto.

Si estimamos que: PC=1/7, PL=1/57 y PF=1/3, entonces la probabilidad estimada del hallazgo sería:

P = 1/7 x  1/57 x 1/3 = 0,0008

Es decir que, en teoría, habría sido necesario celebrar más de mil fiestas para que el fatídico incidente se hubiera producido en una sola ocasión.

En los últimos años, la frustración generalizada ante el fracaso sentimental y sexual ha conducido a algunos hombres a formar comunidades INCEL. Se trata de un fenómeno inquietante, surgido en foros de internet cuyos miembros dan rienda suelta a su resentimiento y culpan a las mujeres de todos sus problemas y de los males del mundo. Los INCEL, célibes involuntarios, son hombres que al ser rechazados repetidamente, se ven obligados a mantener largos periodos de abstinencia sexual y afectiva. La cosa suele degenerar en misoginia, fantasías violentas, amenazas y, en algunas ocasiones, en agresiones reales.

En mi opinión, la intolerancia a la frustración, un rasgo característico de nuestro tiempo, impide a muchas personas interpretar correctamente este tipo de situaciones. El fracaso sentimental, al igual que otros fracasos, puede convertirse en una experiencia inspiradora con un enorme potencial creativo. Ser rechazado por la persona amada, o abandonado por la pareja, ha inspirado a grandes artistas y pensadores. Las personas rechazadas no conviven con personas de carne y hueso sino con fantasmas y seres idealizados. El amor correspondido suele conducir a la distracción, la molicie sentimental y la autocomplacencia, mientras que el desamor alimenta el sentimiento trágico de la vida y la búsqueda de la trascendencia.

Pero tengo que reconocer que aquella noche fatídica, en aquel escenario improbable, ninguna de estas reflexiones me habría consolado demasiado.

martes, 19 de marzo de 2019

El bucle melancólico


A menudo me sorprende no estar demasiado deprimido. Me sorprende tanto que en mi intento por buscar una explicación verosímil he acabado formulando una hipótesis. No es más que pura especulación, que nadie me haga demasiado caso.

Cuando una persona comienza a sentirse triste o abatida por algún motivo, generalmente expone su situación ante sus familiares o amigos en busca de consuelo. Si la situación persiste y la persona no encuentra la respuesta esperada, la dosis necesaria de compasión, se sentirá aún más desamparada lo que la conducirá a realizar nuevas demandas de compasión, es decir, a seguir lamentándose. Esta insistencia, a su vez, provocará una respuesta más apática y fría por parte de su entorno afectivo, cuyos miembros comenzarán a sentirse cansados y escépticos ante tales muestras de aflicción y a restar importancia a sus problemas.

Se establece así un círculo vicioso, un proceso de amplificación, una especie de bucle melancólico: la tristeza conduce al lamento y la demanda de compasión, cuanto más se lamenta menos compasión obtiene el sujeto, lo que le hace sentirse más triste y lamentarse todavía más. Este proceso puede empezar con pequeños problemas y terminar con una depresión.

Yo podría meterme en estos bucles con facilidad, pues los pequeños sinsabores cotidianos me afectan más de lo que sería deseable, conduciéndome al patetismo y la penuria. Supongo que me viene de familia, mi padre era conocido entre sus compañeros de trabajo como "El Lágrima", por su tendencia al lamento plañidero. Pero, por suerte, en mi caso, siempre puedo contar con cierta persona para romper el proceso. Porque cuando le expongo mi aflicción por algún problema, por ridículo e insignificante que sea, siempre se muestra comprensiva conmigo y me consuela con un "pobrecito". Es una especie de camello emocional, que me proporciona mis dosis de compasión. Si le cuento que alguien me ha tratado mal o ha sido mínimamente injusto conmigo, le destina los peores insultos: "qué hijo de la gran p...", "qué cerda más grande", etcétera.

Este nivel de empatía, de sintonía emocional extrema, de compasión, en definitiva, resulta tan abrumador que me ayuda a calibrar mi percepción de la realidad: quizás mis problemas no eran tan terribles como había pensado, quizás esas personas tenían algún buen motivo para comportarse así conmigo... Y de este modo, gracias a ella, puedo liberarme del lazo melancólico.

Hoy en día la compasión tiene mala prensa. Nadie quiere darla y menos recibirla. La hemos reemplazado por otros conceptos más tibios como la tolerancia o la solidaridad. Pero sólo la compasión puede romper los bucles infinitos de la tristeza.

martes, 12 de marzo de 2019

Música onírica

En 2001 la banda estadounidense de rock Maudlin of the Well publicó dos albumes gemelos: “Bath” y “Leaving your body map”. Estos discos abordan distintos estilos musicales aparentemente incompatibles como el rock progresivo, el jazz, la música melódica o el doom metal. Los miembros de la banda afirman que estos discos fueron creados durante sesiones de sueños lúcidos. La música no era compuesta sino, según sus propias palabras, “encontrada y traída de vuelta”.

En los sueños lúcidos la persona que sueña es consciente de estar soñando. Pueden surgir en la fase paradójica del sueño de forma espontánea o ser inducidos y controlados mediante la práctica. En 1975 se obtuvieron las primeras evidencias científicas de la existencia de sueño consciente. Durante un experimento realizado en el Reino Unido, el científico Keith Hearne registró una secuencia de movimientos oculares, previamente acordada, en un sujeto dormido.

martes, 5 de marzo de 2019

El sendero dorado


El Proyecto Genoma Humano se inició en 1990 y contaba con la financiación del gobierno estadounidense. La finalidad de esta investigación científica era determinar la secuencia genética de la especie humana. Varios equipos de genetistas participaron en este proyecto público coordinado por James Watson, uno de los descubridores de la molécula de ADN.

Pero varios años después una empresa privada, Celera Genomics, comenzó una investigación paralela con la intención de patentar sus hallazgos y hacerse con los derechos comerciales derivados. Celera Genomics contaba con más fondos y capacidad de computación, con lo que adelantó al proyecto público rápidamente y comenzó a patentar secuencias de ADN. Para entonces, el Proyecto Genoma Humano ya era un consorcio internacional dirigido por Francis Collins y comenzó a publicar diariamente sus datos en internet para que fueran de dominio público.

En 1999 el PGH había identificado multitud de secuencias de ADN pero no sabía cómo ensamblarlas. En ese momento Celera Genomics anunció que estaría en disposición de publicar sus resultados en el año 2000 y empezó a cundir el pánico en el consorcio público. En diciembre de 1999 el Proyecto Genoma Humano encargó al profesor David Haussler la creación de un programa informático que permitiera unir las secuencias de ADN. La elaboración del programa avanzaba muy lentamente cuando Haussler habló del proyecto con uno de sus estudiantes, James Kent, un hombre con 41 años que había decidido volver a estudiar tras diez años trabajando en el sector multimedia.

Kent descubrió una nueva estrategia para abordar el problema pero apenas quedaba tiempo. El programa que elaboró James Kent, "El sendero dorado", estaba compuesto por 10000 líneas de código. Según Haussler, para desarrollar una obra maestra de la programación de esa envergadura habría sido necesario un equipo de cinco o diez programadores trabajando durante seis meses o un año. Kent lo consiguió trabajando en solitario durante día y noche con las muñecas destrozadas en cuatro semanas. Finalmente, el Proyecto Genoma Humano consiguió publicar sus resultados tres días antes que Celera Genomics evitando que nuestro código genético fuera patentado y comercializado por empresas privadas.

Descubrí este episodio de la historia en un libro fascinante e inclasificable que el físico austríaco Fritjof Capra público en 2001. "Las conexiones ocultas" aborda distintos asuntos relacionados con la biología, la filosofía, la sociología o la economía desde el punto de vista de la teoría de la complejidad.

martes, 26 de febrero de 2019

Los portadores del pollo sagrado


Hace unos días me llamó mi amigo Gabriel. Me dijo que tenía la intención de hacerme una visita aquella tarde, después de ver "Servir y proteger". Pero se presentó a la hora de comer, mucho antes de lo previsto y, aunque en su visita anterior le había dado un ultimátum, al final acabamos viendo "Servir y proteger", una vez más, mientras comíamos algo. Porque Gabriel, siempre generoso, había aparecido con varias bolsas del Dia repletas de fruslerías y un pollo asado bastante reseco que apenas probamos. Gabriel se pasa las horas en los supermercados consultando la información nutricional de los productos, el contenido de azúcar, las grasas saturadas, pero lo que suele comprar es comida precocinada grasienta, chucherías y dulces, motivo por el cual su aspecto es cada vez más piramidal.

"Servir y proteger" es una serie de ficción que narra las peripecias de una serie de policías que trabajan en una comisaría de barrio (mujeres en su mayoría) y una serie de malhechores (en su mayoría hombres) poniendo el foco más en las interacciones sentimentales entre ambos colectivos que en la persecución del crimen y la aplicación de la ley que parecen sugerir su título, pues, al fin y al cabo, se trata de una telenovela. Una vez terminado el capítulo de "Servir y proteger", que se hizo eterno, Gabriel manifestó su intención de marcharse enseguida.

Un compañero traslada diariamente en coche a Gabriel desde un punto cercano a su casa hasta el lugar en el que ambos trabajan. Pero aquella mañana el compañero de Gabriel había sido denunciado por su pareja de hecho (una ciudadana rumana) y como consecuencia había sido conducido por la policía (la de verdad, no la servil y protectora) a los calabozos de unas dependencias policiales. De manera que Gabriel se quedó sin medio de transporte y se vio obligado a desplazarse aquella mañana hasta la casa de su hermano para tomar prestado el coche de éste y alcanzar su destino con casi tres horas de retraso, lo que le valió la amonestación verbal de un superior.

En realidad Gabriel tiene su propio coche, la versión más deportiva y amarilla de un pequeño utilitario, que adquirió de segunda mano por consejo de un compañero que le aseguró que se trataba de un chollo. Para empezar, los neumáticos del coche estaban realmente deteriorados, pero al tratarse de neumáticos deportivos de perfil bajo, el precio de un juego nuevo estaba fuera del alcance de Gabriel y no pudo sustituirlos. Poco tiempo después de adquirirlo le abrieron el coche y le sustrajeron los asientos deportivos tipo semibaquet, cuyo coste era tan elevado que no pudo reemplazarlos por los originales sino por los asientos de un modelo anterior que compró en un desguace y que, naturalmente, no encajaban correctamente en su coche y que, además, le impedían abrocharse el cinturón de seguridad. A estas circunstancias, que habían convertido el vehículo en una especie de trampa mortal, se añadió una seria avería del motor que finalmente indujo a mi amigo a buscar transportes alternativos.

El caso es que después de disfrutar con fervor religioso de un nuevo capítulo de "Servir y proteger", Gabriel debía abandonar mi hogar para devolverle el coche a su hermano, puesto que, aunque dicho hermano no utilizaba el vehículo para desplazarse a su puesto de trabajo, sí lo necesitaría en breve para recoger a su esposa (una ciudadana peruana) en un lugar no especificado por Gabriel, que en lo tocante a su cuñada, suele mostrarse poco comunicativo. Los avatares sentimentales de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado combinados con una comida más bien indigesta me habían dejado una sensación de estancamiento físico y emocional que me hizo considerar la posibilidad de abandonar momentáneamente la seguridad intrauterina del hogar y mi sedentarismo habitual para dar una vuelta con Gabriel hasta el lugar donde había aparcado el coche de su hermano.

Como pronto estaría de vuelta no me molesté en cambiarme, simplemente me puse el abrigo sobre la ropa de estar en casa, un conjunto raído y abigarrado que me daba el aspecto de un indigente expresionista y abstracto. Cuando llegamos al coche después de un rodeo para estirar las piernas, Gabriel me propuso acompañarlo hasta la casa de su hermano. En principio me negué rotundamente porque me daba vergüenza presentarme de aquella guisa ante su hermano y su cuñada, pero Gabriel me aseguró que no los veríamos, que simplemente dejaríamos el coche aparcado y, como la casa no estaba muy lejos, podríamos volver andando. Gabriel despejó el asiento del copiloto que estaba lleno de objetos indescifrables y me acomodé a su lado con los pies sobre un bidón de anticongelante.

Durante el trayecto perdí un poco la noción del tiempo y el espacio, nos metimos en un atasco, a esa hora la gente volvía del trabajo, y luego nos desviamos por unas calles desiertas. No sabía muy bien donde estaba, pero seguramente, a juzgar por el tiempo que llevábamos en el coche, demasiado lejos para volver a pie. El anticongelante no paró de chapotear dentro de su recipiente hasta que finalmente nos detuvimos frente a una cancela. Accedimos a un aparcamiento subterráneo y abandonamos el coche a su suerte después de extraer las bolsas de comida de Gabriel, que aún contenían el pollo reseco junto con otros alimentos basura y una bolsa adicional con herramientas para el automóvil que me ofrecí a transportar.

Desde el aparcamiento se accedía por un ascensor hasta la salida principal del edificio donde nos encontramos con algunos vecinos que se nos quedaron mirando. Supongo que ver salir de su edificio a dos hombres desconocidos (con nuestro aspecto) y cargados de bolsas no les inspiró demasiada confianza. A mi estrafalario y cochambroso atuendo había que sumar la imagen de Gabriel, que suele vestir ropas oscuras y holgadas para disimular su cuerpo piramidal, aderezándolas con insólitos complementos como gorras y riñoneras, lo que le confiere el aspecto de alguien que oculta algo. Nos alejamos de allí y recorrimos unas avenidas muy amplias que conectaban con algunos edificios de oficinas. A esas horas de la tarde el lugar estaba desolado, no nos cruzamos con nadie por las aceras aunque junto a ellas, en los coches aparcados, vimos algunos hombres sentados tras el volante, inmóviles.

Como no sabía donde estábamos me límité a seguir a Gabriel que aseguraba conocer el camino de vuelta. Llegamos a una especie de autovía y remontamos su curso por una camino lateral. Era una larga pendiente que nos llevó mucho tiempo recorrer con nuestras herramientas, la comida y el pollo al paso cansino de Gabriel. Los pasajeros de los autobuses verdes que conectan la ciudad con el extrarradio miraban con curiosidad nuestra extraña procesión vespertina mientras el sol comenzaba a declinar haciendo más irreal la escena.

Atravesamos varios puentes sobre los trenes de cercanías y las fábricas abandonadas, hasta llegar a una especie de polígono industrial donde encontramos varios concesionarios de coches, un cementerio de camiones de la basura y una estación de transformadores eléctricos. El trayecto terminaba en un camino de tierra que rodeaba un parque desierto describiendo una amplia curva que desembocaba en un paso elevado sobre una gran autopista. Al cruzar el estrecho puente de pronto se hizo de noche y Gabriel reconoció que estábamos perdidos.

El teléfono móvil de Gabriel se había apagado espontáneamente después de hacer una foto, con la batería agotada, en un punto de nuestro camino, y el mío se había quedado en casa. Decidimos avanzar entre los edificios en una dirección que consideramos aproximadamente paralela a la autopista que pronto perdimos de vista. Cuanto más andábamos más oscuras parecían las calles, algunos lugares me resultaban remotamente familiares, como si los hubiera visto hace mucho tiempo o en algún sueño.

Después de un largo trayecto (llevábamos horas andando y Gabriel no podía más) las calles desembocaron en un camino de tierra que atravesaba un descampado. Allí nos cruzamos con varias mujeres vestidas de negro y tras unos minutos llegamos a una oscura travesía en forma de arco que bordeaba la zona posterior de un polideportivo fantasmal y que nos condujo, finalmente, de vuelta a la civilización, con nuestro pollo.

martes, 19 de febrero de 2019

Debusismos bartoquianos

La Sonata para flauta, viola y arpa de Claude Debussy es, al menos para mí, la cumbre suprema de la música universal. Durante años asigné a Debussy todas las virtudes presumibles en el autor de una obra tan sublime: sensibilidad extrema, bondad, pureza de espíritu, santidad... Y durante algunos más evité deliberadamente indagar sobre la vida y milagros del genio francés para impedir que la imagen que me había formado de él quedara contaminada por la realidad. Más me hubiera valido continuar con esta sana costumbre, pues a menudo, nuestros héroes apenas resisten ese tipo de pruebas.

Y es que poco a poco, casi sin querer, me fueron llegando retazos de su verdadera personalidad. Claude Debussy era célebre por su mal genio, peor humor, carácter altivo, modales despóticos, o por su acusado elitismo... A menudo, menospreciaba, o directamente ridiculizaba la obra de sus colegas y predecesores. De Beethoven dijo: “antes que escuchar la Pastoral, prefiero ir a pasear al campo”. De Massenet: “es el compositor preferido de las costureras”. De Wagner: “¡ver vikingos con cuernos, pieles y lanzas vociferar en escena seis horas!”. De Saint-Saëns: “es el nombre mismo del sentimentalismo barato”. De Liszt: “un falso genio”. En otra persona estos aires de misántropo grandilocuente resultarían imperdonables, pero Claude Debussy había revolucionado el lenguaje musical, dejando atrás las formas acartonadas de su época. Su música fluye como un magma sonoro donde el color y los matices emocionales se imponen a la estructura.

La mayoría de los artistas aspiran a ser universales y llegar a un público lo más amplio posible. Debussy es una rara excepción: llegó a proponer a sus colegas que sólo se permitiera acceder a las salas de concierto a melómanos expertos que pudieran acreditar sus conocimientos musicales. Es como si temiera que un público vulgar pudiera malograr su obra. Huelga decir que nadie secundó esta propuesta.

El músico húngaro Bela Bartok es otro de mis héroes legendarios. Su sexto cuarteto de cuerdas representa para mí otra de las cumbres de la música universal. El libro "Historias de la Historia de la Música" de Lawrence Lindt recoge un curioso episodio que vincula a ambos genios. Cuando el joven Bartoc concluyó sus estudios consiguió una beca que le permitió visitar París. Allí le ofrecieron la posibilidad de conocer a Saint-Saëns. Pero Bartok la rechazó, sólo estaba interesado en conocer a Claude Debussy. Todos se lo desaconsejaron por el temido mal carácter del compositor francés. Cuando Bartok insistió le preguntaron "¿acaso desea usted ser insultado por Debussy?" Bartok se limitó a responder con un lacónico "Sí".

martes, 5 de febrero de 2019

La merienda del circulito 3

LA MERIENDA DEL CIRCULITO
Acto Tercero: Un castillo en Moldavia.


ESCENA 1
El salón del trono. La Reina, el Archiduque, Gallo, un siervo de la gleba y Culdina. Un cigarro.

(La Reina está sentada en su trono, fumando. Entra el Archiduque y hace una reverencia)

REINA: Déjate de pantomimas y habla de una vez.

ARCHIDUQUE: Majestad, un joven extranjero ha llegado a palacio. Se hace llamar Gallo y se está descomponiendo.

REINA: Pues hazlo pasar.

(Entra Gallo)

GALLO: (Tosiendo) Cómo fuma la condenada. (A la reina) Alteza... (hace una reverencia)

REINA: (Al Archiduque) Es bien parecido. Dejadnos a solas.

(Sale el Archiduque)

REINA: ¿De dónde venís, mancebo?

GALLO: De tierras lejanas, majestad. De la otra parte del mundo.

REINA: ¿Y que os trae por este reino de rufianes, donde el oprobio y la perfidia son moneda corriente?

GALLO: Vine siguiendo el humo de vuestro regio cigarro. Os rendiré pleitesía, mi reina, ¡he de postrarme ante vos!

REINA: Arrastraos hasta aquí.

GALLO: (Se arrastra a los pies de la reina) ¡Soy vuestro perrito, dejad que os lama el borceguí!

REINA: No os contentéis con tan poca cosa.

(Entra el Archiduque)

ARCHIDUQUE: Disculpe su Majestad.

REINA: Vos siempre importunándome. ¿Qué pasa ahora, Archiduque?

ARCHIDUQUE: Un siervo de la gleba insiste en veros.

REINA: Esto se anima. Que pase también.

(Entra el siervo)

SIERVO: Majestad, vengo a implorar vuestra indulgencia. Lo hemos perdido todo, el pedrisco arruinó la cosecha. Nuestras familias pasan hambre... No tendremos con qué pagar tantos tributos y los hombres del Archiduque nos hostigan.

ARCHIDUQUE: No callarás...

REINA: Decidme, bello extranjero, ¿qué debo hacer?

GALLO: En primer lugar doblad los impuestos. Luego azotad a este siervo de la gleba. Sería divertido arrojar pez hirviente sobre las llagas que el látigo abra en su piel. Quemad después su casa y perseguid a su familia.

REINA: (Al Archiduque) Hacedlo tal como ha dicho. No le ahorréis ningún tormento.

SIERVO: ¡Piedad, favor!

ARCHIDUQUE: Venid conmigo, el verdugo os enseñará a quejaros. Hola Parafina.

(Salen el archiduque y el siervo. Entra Culdina que, al cruzarse con el siervo, le propina una patada)

SIERVO: ¡Ay!

REINA: (A Gallo) Vuestra forma de hablar me ha enardecido. Os nombro general de todos mis ejércitos.

GALLO: (Aparte) ¿Qué estoy viendo?, ¿acaso es ella? Pero, no es posible, debo estar hechizado. (A la reina) Decidme, ¿quién es esa dama?

REINA: Presto habéis perdido el interés por vuestra reina. Se trata de Parafina, la prometida del Archiduque. Acercaos Parafina, os presento al señor Gallo. Es un joven impetuoso.

CULDINA: Un placer.

GALLO: Me recordáis mucho a otra dama, una que me rompió el corazón, allá en mi patria.

CULDINA: Me alegro mucho.

GALLO: ¿Cómo decís?

CULDINA: Que os enseñaré el castillo, venid. (Se apartan de la reina. En voz baja) Soy yo, mendrugo.

GALLO: ¡Culdina!

CULDINA: Baja la voz. ¿Qué haces aquí?

GALLO: Estoy en misión secreta al servicio del Deán. Debo recuperar ciertos documentos de vital importancia que se hallan en este castillo. De momento la reina me ha nombrado general. Y a ti, ¿qué te trae por Moldavia?

CULDINA: Me aburrí de Alfonso, era un pésimo músico. Luego conocí al Archiduque, pero Gallo...

GALLO: Dime Culdina.

CULDINA: Aún os amo.

GALLO: ¿Es posible?

CULDINA: Venid a mi alcoba esta noche y os lo demostraré. El Archiduque estará en la guerra. Pásate a media noche.

GALLO: Allí estaré sin falta, mi amor.



ESCENA 2
La alcoba de Culdina. Culdina, Gallo, el Archiduque, dos guardias y la Reina. Un vestido, dos lanzas, un candil, un cigarro, una llave inglesa.

(Culdina está en su aposento. Llaman a la puerta)

CULDINA: ¿Quién va?

GALLO: Soy Gallo.

(Culdina abre la puerta y entra Gallo)

CULDINA: Llegas tarde, estaba impaciente.

GALLO: He tenido que despistar a la Reina. Puede ser muy insistente. Ahora me estará buscando.

CULDINA: Pues no ha de encontrarte, ¡tómame en tus brazos!

GALLO: ¡Sea! (Toma en sus brazos a Culdina) ¿Me amas, cordera?

CULDINA: Siempre os quise bien. El Deán, con sus malas artes, me forzó a terminar lo nuestro, sabiendo que de ese modo aceptarías su encargo.

GALLO: El muy ladino...

CULDINA: Eso ya no importa, estamos juntos de nuevo y nada ha de interponerse entre nosotros.

(Llaman a la puerta)

GALLO: ¡Pardiez!

CULDINA: ¿Quién llama?

ARCHIDUQUE: Soy tu Archiduque.

CULDINA: ¿No estabais haciendo la guerra, querido?

ARCHIDUQUE: He estado en el frente, es un sitio peligroso y muy húmedo. Prefiero estar con vos, los soldados son muy rudos. Abridme.

CULDINA: (A Gallo) Si el Archiduque te sorprende conmigo estás perdido. Rápido, ponte ese vestido mío, en la oscuridad te confundirá con una de mis doncellas.

(Gallo comienza a ponerse el vestido, y vuelve a sonar la puerta)

ARCHIDUQUE: ¡Abre, te digo!

CULDINA: ¡Voy, mi amor, me estoy vistiendo! (A Gallo) Apúrate.

GALLO: Listo.

(Culdina abre la puerta y entra el Archiduque)

ARCHIDUQUE: Ah, veo que no estás sola.

CULDINA: Es Brunilda, mi doncella.

ARCHIDUQUE: No es manca esta Brunilda. Cosa fina. Os tomaré a las dos.

(Se aproxima a Gallo quitándose el cinto)

GALLO: ¡Alto ahí, archiduque!

ARCHIDUQUE: ¡El joven extranjero! ¡A mí la guardia! (Entran dos guardias armados con lanzas) Prendedlo.

(Los guardias prenden a Gallo. Entra la Reina en camisón, con un candil y fumando)

REINA: ¿A que viene todo ese ruido? ¡Pero Gallo!

ARCHIDUQUE: Lo encontré con mi prometida.

REINA: ¿Y bien, Parafina?

CULDINA: Vino disfrazado, alteza, lo confundí con mi doncella. Con ese ardid pretendía penetrar en mi alcoba y atropellar mi virtud. De no ser por el Archiduque habría conseguido sus turbios propósitos.

REINA: Eres un rufián consumado, ¿qué tiene de malo mi lecho?, dime.

CULDINA: Es un espía del Deán, majestad. Me lo ha confesado.

ARCHIDUQUE: ¡Traición, apostasía!

REINA: Calle de una vez Archiduque. Parafina, esa acusación es muy grave, ¿puede demostrarla?

CULDINA: Claro que puedo, regístrenlo.

(Los guardas registran a Gallo y extraen de su vestido una llave inglesa)

REINA: ¡Cuadraditos, circulitos y triangulitos! Pretendía vender nuestros secretos al enemigo, al pérfido Deán. Qué villanía, ¡al calabozo con él! (A Gallo) Pudiendo elegir el trono, has preferido las mazmorras. No volverás a ver la luz del día.

(Los guardias se llevan a Gallo, y Culdina le propina una patada)

GALLO: ¡Piedad, favor!



ESCENA 3
Las mazmorras. El verdugo, dos guardias, Gallo y Papá. Dos lanzas y unas cadenas.

(El verdugo está en las mazmorras. Entran los guardias conduciendo a Gallo que sigue vestido de mujer)

GALLO: Hola, señor verdugo.

VERDUGO: No puedo creer mi suerte. (Acaricia el pelo a Gallo)  ¿Te suena de algo la palabra sodomía?

GALLO: No mucho.

VERDUGO: Ahora te explico el concepto, pero antes me pondré guapo. Tenemos todo el tiempo del mundo. ¡Encadenadlo!

(Sale el verdugo. Los guardias encadenan a Gallo y luego salen. La celda queda a oscuras y aparece Papá)

PAPÁ: Hola Gallo.

GALLO: Hola padre.

PAPÁ: Las cosas no han salido como tu esperabas, ¿verdad?

GALLO: Así es padre, todo me ha salido mal. A decir verdad, su consejo de venir a Moldavia tampoco ayudó mucho.

PAPÁ: Lo siento, Gallo, como espectro soy un fracaso. Igual que cuando vivía.

GALLO: No tiene importancia, siempre ha sido un buen padre.

PAPÁ: Gracias, Gallo.

GALLO: ¿Qué será de Culdina sin mí?

PAPÁ: Me parece que sola se las apaña muy bien. Se las ingenió para burlaros a todos. Ella fue quien robó al Deán y también al Archiduque. Mejor preocúpate por ese verdugo. Aquí viene, he de marcharme. (Hace una pausa) Esta es la última vez, Gallo, no volveremos a vernos.

GALLO: Papá.

PAPÁ: ¿Si?

GALLO: Te echaré de menos.

PAPÁ: Yo también, hijo.

(Se funden en un abrazo y cae el telón)

La merienda del circulito 2

LA MERIENDA DEL CIRCULITO
Acto Segundo: La Agencia.


ESCENA 1
Una estancia de la agencia. Alfonso, Gallo y una señora. Una guitarra, una bandeja con merienda y una llave inglesa.

(Alfonso está tocando una guitarra totalmente desafinada, Gallo está a su lado)

GALLO: Esa melodía que tañes está llena de tristeza. Tu pequeño clavicémbalo me habla de cosas muy queridas.

ALFONSO: Ya vuelves con la misma canción.

GALLO: Tres días y tres noches en esta fría estancia y aún no la he visto.

ALFONSO: Esa dama de la que hablas, ¿qué clase de hembra es? A mí me agradan esas mujeres recias, de las del tobillo gordo.

GALLO: Su rostro está dotado de cierta belleza melancólica. Su cuerpo es un enigma. La piel tan fina que puedes ver las cosas que ocurren dentro de ella.

ALFONSO: Pues qué asco.

GALLO: Y qué dulzura.

ALFONSO: Debes olvidarla, Gallo. Olvídalo todo, eso se te da bien.

GALLO: No puedo. Añoro a mi padre. También a las gemelas y su atroz manera de quererme. Ya nadie me trae dulces a la cama. Mi único solaz es tu música... y tu amistad, mi buen Alfonso.

(Gallo se echa a llorar. Entra una señora con una bandeja)

SEÑORA: ¿Qué le pasa?

ALFONSO: Sus células están estropeadas.

SEÑORA: Pues a mí me parece un mozo barbilindo y de lo más aparente. (A Gallo) ¡Eres muy fino!

GALLO: ¿Diga?

SEÑORA: ¡Eres muy fino!

ALFONSO: Déjalo, está enamorado.

SEÑORA: Qué pena, me van los hombres decrépitos... Le comunico, señor Gallo, que el alto Deán y su consejo se hallan reunidos en la sala de juntas. Deberá usted comparecer ante ellos a las siete en punto.

GALLO: (Mirando el reloj) Si ya son las siete.

ALFONSO: No te preocupes, aquí siempre son las siete.

SEÑORA: Bueno, les dejo la merienda. (Deposita una llave inglesa y se retira)

GALLO: Dime Alfonso, ¿quién es ese Deán del que hablaba la señora?

ALFONSO: Es un iluminado, el hombre que controla la Agencia con puño férrico. Su ejército de funcionarios híbridos siembra el terror por doquier. Nunca lo hemos visto pero todos lo temen. Guárdate de él, Gallo, dicen que es taimado.

(Sale Gallo, Alfonso sigue tocando)



ESCENA 2
La sala de juntas. El Deán, dos funcionarios híbridos y Gallo.

(Entra el Deán y se sienta entre los funcionarios, Gallo está de pie ante ellos)

FUNCIONARIO 1: El Excelentísimo Deán toma la palabra.

DEÁN: Señores funcionarios, Dios es Providente.

FUNCIONARIO 2: Sí, muy Providente.

FUNCIONARIO 1: Mucho.

DEÁN: Señor Gallo, tenemos en nuestro poder un informe detallado sobre sus actividades. (Se pone unas gafas y lee de unos papeles) ¡Caramba! Pigricia, suicidio celular, hidropesía... Aquí pone que usted no tiene nada de talento.

GALLO: Así es.

FUNCIONARIO 2: Es el hombre que buscamos, señor Deán.

DEÁN: Dios es providente y nos ha enviado a un hombre de su valía. Verá, hace un año, por estas fechas, nuestra organización sufrió un serio revés...

FUNCIONARIO 1: Fue un duro golpe para todos.

DEÁN: Ese día fueron sustraídos de mi cámara privada ciertos documentos...

GALLO: ¿Qué clase de documentos?

FUNCIONARIO 2: Documentos de la mayor importancia para la organización.

DEÁN: Circulitos, triangulitos,...

FUNCIONARIO 1: Cierto, triangulitos y circulitos. Y cuadraditos.

DEÁN: Tenemos motivos para pensar que dichos documentos se hallan en poder del enemigo, lo que supone una seria amenaza para nuestra seguridad.

FUNCIONARIO 2: Debe recuperarlos al precio que sea.

DEÁN: Viajará usted a Moldavia y, una vez allí, se infiltrará entre las huestes del Archiduque con el fin de recuperar los documentos. Lo más seguro es que usted muera.

GALLO: Yo no iré a ninguna parte.

DEÁN: ¿Cómo?

FUNCIONARIO 1: ¡Desacato, traición!

FUNCIONARIO 2: ¡Apostasía!

DEÁN: No quiere ir, ¿qué se lo impide, joven?

GALLO: Hice una promesa de amor.

FUNCIONARIO 1: Es más necio de lo que suponíamos, el informe no exagera.

GALLO: Hace días que no veo a mi Culdina. Sin ella mi corazón se marchita. Y otra cosa, el compañero que me han asignado es un pésimo músico.

DEÁN: Enviaré un sicario para que acabe con él.

GALLO: Pero no iré a Moldavia, echo de menos a papá y a mis hermanitas.

FUNCIONARIO 2: Nada se resiste al Deán, él lo puede todo, por algo es el señor de la hibridación. Usted irá a Moldavia.

FUNCIONARIO 1: Acepte la misión o renuncie a su vida.

DEÁN: Señores funcionarios, no podemos torcer el destino. El amor está por encima de los intereses de esta organización y debe prevalecer. Puede retirarse, joven. Le deseo mucha suerte.



ESCENA 3
Una estancia de la agencia. Alfonso, Culdina, Gallo y Papá. Una guitarra y una bolsa con monedas.

(Alfonso toca la guitarra desafinada, mientras recita unos versos. A su lado Culdina le mira ensimismada)

ALFONSO:
Encontré tu fermosura
Removiendo en la basura.
La-larí, lará, lirá
Pronto serás mi esposa,
Mujer estropajosa.
Lará, lorí
Ahora viene el estribillo,
Mujer de gordos tobillos...
La-lará, larí, lará

CULDINA: Tus versos me han embriagado.

ALFONSO: ¿De veras me encuentras atractivo?

CULDINA: Antes de que acabe el día me he de entregar a vos.

ALFONSO: ¡Sea!

CULDINA: Vamos juntos.

ALFONSO: Traicionar a un amigo resulta estimulante. ¡Chitón!, aquí llega.

(Entra Gallo)

GALLO: ¡Culdina!

CULDINA: Hola Gallo.

GALLO: Has venido, prenda mía. Se acabaron mis tribulaciones.

CULDINA: Ahora soy de Alfonso.

GALLO: ¿De Alfonso dices?. Pero... ¿y nuestro amor?

CULDINA: Nuestro amor es un mojón. Me voy con él.

GALLO: Y yo me quedo solo...

CULDINA: (Se acerca a Gallo) Gallo.

GALLO: ¿Vuelves a mi lado?

CULDINA: Alfonso y yo necesitamos dinerito para consumar nuestro amor. El amor no resulta barato, ¿sabes? ¿De cuanto dispones?

GALLO: (Saca la bolsa y extrae unas monedas) Veinte ducados, es todo mi caudal.

CULDINA: (Toma las monedas) Con estas monedas se compra la lealtad de un amigo, el amor de una madre, la comprensión de una esposa o el ardor de un amante. Vamos Alfonso.

ALFONSO: Adiós Gallo.

GALLO: Adiós amigo, da recuerdos.

(Salen Culdina y Alfonso)

GALLO: Cuánta dicha en esta hora, cuánto júbilo. El momento que tanto esperaba finalmente ha llegado. Abandonado, desdeñado, relegado... Papá se sentiría orgulloso de mí.

(La luz se apaga)

PAPÁ: ¡Uuuuu, uuuuu!

GALLO: ¿Qué es esto?, ¿qué ocurre ahora?, ¿qué nuevos portentos me reserva aún la noche?

PAPÁ: ¡Gaaaallor, Gaaaallor!

GALLO: Algo surge de las sombras. ¿Quién va?

PAPÁ: (Surgiendo de las sombras) Soy yo.

GALLO: ¿Papá?, ¿eres tú?

PAPÁ: Yo mesmo.

GALLO: ¿Pero qué hace usted aquí?

PAPÁ: Tú me has invocado.

GALLO: Tiene mala color, ¿van bien las cosas por casa?

PAPÁ: Me he muerto.

GALLO: No debí dejarlo solo. Las gemelas lo mataron.

PAPÁ: Están en una edad muy difícil.

GALLO: Necesitan una madre.

PAPÁ: Ahora soy un espectro y te observo a través de las tinieblas. Hace un momento he presenciado cómo te traicionaban.

GALLO: Ha sido hermoso.

PAPÁ: Una obra de arte, se han llevado tu dinerito. He disfrutado mucho. Aunque he de confesarte que desde que estoy muerto veo las cosas de un modo más desapasionado.

GALLO: ¿Qué debo hacer ahora, padre? Me he quedado solo y estoy sin blanca.

PAPÁ: (Con tono de misterio) Acepta la misión que te ha sido encomendada. Dirígete a Moldavia. Allí encontrarás tu destino. Las fuerzas telúricas te guían, te conducen a Moldavia, a Moldavia, a Mooooldaaaviaaa. (Desaparece en la oscuridad)



La merienda del circulito 1

LA MERIENDA DEL CIRCULITO
Acto Primero: La casa de Papá.


ESCENA 1
El salón. Las gemelas, Culdina y Papá. Una llave inglesa y un paquete.

(Las gemelas entran en el salón, seguidas de Culdina)

GEMELA 1: Pasa, Culdina, te enseñaré la foto de un novio mío. Mira. (Le enseña a Culdina una llave inglesa)

CULDINA: Muy fino.

GEMELA 2: Es tan apuesto.

CULDINA: ¿No hay nadie en casa?

GEMELA 1: Sólo mi hermano Gallo. Nunca sale de la cama.

GEMELA 2: Yo le odio.

CULDINA: He oído que está enfermo.

GEMELA 1: No le pasa nada.

GEMELA 2: No es más que pereza.

GEMELA 1: Un día de estos le daremos su merecido.

(Entra Papá, que trae un paquete)

PAPÁ: Hola niñas, vengo de trabajar.

GEMELA 2: ¡Cierra la boca!

PAPÁ: ¿Quién es esta niña tan guapa?

CULDINA: Me llamo Culdina.

GEMELA 1: No le hagas caso, es nuestro perrito.

GEMELA 2: ¡Ladra, perrito!

(Las gemelas le propinan patadas)

PAPÁ: ¡Guau, guau! Sois mi amor. ¡Guau, guau! Qué dulzura, me recordáis tanto a vuestra madre.

GEMELA 1: ¡Siéntate!
(Papá se sienta)

GEMELA 2: ¡La patita!
(Papá levanta un brazo)

PAPÁ: ¿Dónde está vuestro hermano? He de verle.

GEMELA 1: ¿Y dónde habría de estar, sino en su cama? Ese haragán tendría que estar en la lonja o en la almadraba, con los otros mozos, ganando el pan que ahora nos falta.

PAPÁ: Soy con él. Ea niñas, seguid jugando con vuestra amiguita.

CULDINA: Encantada de conocerlo, señor.

(Sale Papá cojeando)



ESCENA 2
El dormitorio de Gallo. Gallo, Papá, las gemelas y Culdina. Un paquete y una llave inglesa.

(Gallo está acostado en una cama. Entra Papá)

PAPÁ: Buenas tardes, Gallo, ¿has dormido bien?

GALLO: Estaba aquí tumbado y me he quedado traspuesto.

PAPÁ: ¿Has soñado?

GALLO: Creo que sí. Era una especie de sueño rimado.

PAPÁ: Ah, uno de esos sueños en verso tan comunes en nuestra familia. Desde que se fue tu madre no he vuelto a tenerlos.

GALLO: La echo tanto de menos...

PAPÁ: Era una gran mujer. Algún día tú también conocerás a alguien especial, hijo, una hermosa doncella que te haga mucho daño y luego te abandone.

GALLO: Eso me haría tan feliz...

PAPÁ: (Sacando el paquete) Toma, he pasado por la pastelería y te he comprado un dulce de hidromiel.

GALLO: Muchas gracias, padre ¿Ha conseguido algo de dinero?

PAPÁ: Nada de nada. A ti no puedo engañarte, soy un fracaso. He gastado en el dulce las últimas monedas que me quedaban.

GALLO: No importa, padre. Usted tiene un gran corazón putrefacto.

(Se abrazan y Papá sale del dormitorio. Gallo comienza a abrir el paquete cuando entran las gemelas y Culdina)

GALLO: Hola niñas, ¿cómo están?

GEMELA 1: Lo que sospechaba: el viejo le ha traído comida.

GEMELA 2: Pero si es un dulce de hidromiel ¡Arrebatémoselo!

(Las gemelas se lanzan a por el dulce y comienzan a golpear a Gallo)

GEMELA 1: No creas que tu falta de valor para defender lo que no es tuyo te ha de librar de nuestra cólera. ¡Toma, toma!

GALLO: Podéis darme más empellones, por este lado casi no me habéis pegado. ¡Ay, ay!

GEMELA 2: No vayas a pensar que el hambre nos espolea, después de comernos el dulce te golpearemos el doble. ¡Dale, dale!

GALLO: ¡Ay, ay!

CULDINA: Creo que se le ha descolgado una oreja.

GEMELA 1: Pues eso no, que ha de seguir escuchando nuestros insultos.

(Las gemelas salen comiéndose el dulce)

CULDINA: ¿Cómo se encuentra?

GALLO: Un poco maltrecho, me dieron de plano. Qué amor más atroz.

CULDINA: (Se agacha para recoger algo) Aquí tiene su oreja.

(Culdina le entrega a Gallo una llave inglesa)

GALLO: Gracias, he debido perderla en el fragor de la batalla. Sólo lamento el tiempo que pierdo en estas refriegas, soy un hombre muy ocupado, ¿sabes?

CULDINA: ¿A qué se dedica usted?

GALLO: Fabrico mundos oníricos y luego, al despertarme, los olvido. Inventor de sueños y portentos.

CULDINA: Qué interesante.

GALLO: Es una labor muy ardua, no creas.

CULDINA: (Pensativa, tras una pausa) Me llamo Culdina.

GALLO: Pareces pensativa Culdina, yo soy Gallo. (Se estrechan la mano) ¿Qué clase de niña eres tú?, ¿no golpeas a los hombres?

CULDINA: No soy una niña, voy disfrazada. Trabajo para la Agencia.

GALLO: ¿La Agencia?

CULDINA: No tenemos mucho tiempo, cuando terminen el bollo sus hermanas vendrán a matarlo.

GALLO: Es muy probable.

CULDINA: Usted nos ha causado una impresión muy favorable, señor Gallo, me han enviado para redactar un informe.

GALLO: ¿Sobre mí?

CULDINA: Homicidio celular, ausencia de talento, pigricia... creo que me estoy enamorando.

GALLO: ¿Es posible?

CULDINA: Y usted, ¿me quiere a mí?

GALLO: Mucho, me encantaría merendar contigo.

CULDINA: No hay tiempo para eso, he venido a llevármelo. Únase a nosotros, nuestra noble causa necesita de personas como usted.

GALLO: Iré contigo, Culdina, es mi destino. Beberemos en la copa del amor hasta saciarnos. ¡Juntemos nuestros labios!

(Se dan un beso aéreo: poniendo morritos y sin llegar a tocarse)

CULDINA: Muac.

GALLO: Muac.

CULDINA: Conservaré siempre en mi boca el sabor de tus labios tumefactos, mas apúrate, una amenaza se cierne sobre nuestra dicha. (Se escucha golpear la puerta) Tus hermanas, ¡huyamos!



miércoles, 23 de enero de 2019

Tributo a la lealtad del poto


El Epipremnum Aureum, más conocido como potus o poto, es una especie vegetal, una planta trepadora procedente del sudeste asiático. Un día, hace muchos años, mi madre se presentó en casa con una maceta. Era un joven y tímido espécimen de poto que se instaló discretamente junto a una ventana. Otras especies más vistosas e interactivas habitaban la casa por entonces y captaban mi atención: hamsters, gatos, perros e incluso seres humanos. Con el tiempo todos acabaron marchándose de un modo u otro, pero el poto se quedó conmigo y empecé a apreciar su compañía.

Es un amigo que sabe escuchar, sus silencios están cargados de comprensión e indulgencia. Soporta mis disertaciones, soliloquios y extravíos dialécticos sin cuestionar mis sofismas. Él conoce mis pequeñas miserias y mis grandes fracasos, ha presenciado mis episodios más patéticos pero, siempre discreto en su maceta, evita formular juicios de valor.

Mi poto es una planta ascética, un organismo austero que apenas necesita agua, luz o alimento. Tiene cierta tendencia al ayuno, la meditación y el recogimiento, un marcado desinterés por los bienes materiales y los placeres sensuales. Quizás la especie desarrolló cierto gusto por la filosofía oriental allá en sus junglas natales o, tal vez, su naturaleza asexual (se reproduce por esquejes) lo predisponen a la abstinencia sensorial.

Es un sentimental y a la vez un racionalista: sus hojas tienen forma de corazón pero sus ramas se dirigen hacia la luz. Posee cierta conciencia medioambiental: se ha demostrado que los potos depuran el aire que les rodea al capturar sustancias tóxicas como el formaldehído, el xileno y el benceno. Algo de agradecer cuando vives junto a una gran arteria urbana.

Yo no soy el Padre Mundina, a menudo se me olvida regarlo, hace muchos años que no lo abono y nunca le canto jotas (algo fundamental para el correcto desarrollo y el bienestar vegetal). Pero nada parece afectarle, aguanta todas las privaciones con gran estoicismo, sin una queja ni un reproche. Éste es un pequeño tributo a la discreta lealtad del poto, mi compañero perenne, el amigo que no me dejó plantado.

jueves, 17 de enero de 2019

Traduciendo la misma canción

"I Watched the Film The Song Remains the Same" es mi canción favorita del campeón mundial de la tristeza, Sun Kil Moon. Posee una belleza demoledora y una letra sorprendente. Esta insólita canción, que contiene una biografía entera, pertenece a ese album magistral llamado "Benji". Las traducciones al español que he encontrado son para echarse a llorar, y no precisamente por la tristeza. Al final, he traducido la canción yo mismo, que el autor me perdone. La película a la que alude el título es un clásico del cine musical, protagonizado por la mítica banda de rock británica Led Zeppelin.


Vi la película "The Song Remains the Same"
En una sesión nocturna, cuando era un niño
En un centro comercial de Canton, Ohio con unos amigos
Un cálido fin de semana de verano

Jimmy Page se imponía en la pantalla
Yo estaba hipnotizado con todo
Las secuencias oníricas de Peter Grant y John Paul Jones
Los primeros planos de la SG de caoba con doble mástil

Y aunque me cautivó el rugido de la Les Paul
Lo que más me impresionó fue "Rain Song" y "Bron-Yr-Aur"
Y me encantó el estruendo de la batería de John Bonham
Pero me gustó aún más el grave rumor del Fender Rhodes en "No Quarter"

No sé lo que pasó, ni lo que hizo nadie
Hasta donde puedo recordar, siempre fui un niño muy melancólico
Cuando cualquier cosa cercana a mí moría
Permanecía, para siempre, prendida en mi corazón

Como cuando mi amigo fue arrojado de su ciclomotor
Cuando un gran camión le golpeó
Y cuando la chica que estaba sentada frente a mí en las clases de recuperación,
Murió en un accidente, un fin de semana, y rápidamente fue olvidada en el colegio

Y cuando recibimos la llamada anunciando la muerte de mi abuela
La tensión nerviosa que había acumulado durante meses estalló
E inesperadamente comencé a reirme
Entonces fui a mi cuarto y me tumbé
Y me ahogué en mis lágrimas bajo el peso de todo aquello

Aunque me mantenía retraído y la mayor parte del tiempo era muy tímido
Una vez provoqué a un pobre chico y comencé a hostigarlo
Fuera, en el patio de la escuela,
Le lancé un puñetazo que le sorprendió con la guardia baja y cayó derribado

Y cuando me fui, los niños me estaban aclamando
Y aunque yo sonreía, en el fondo estaba herido
Pero no tanto como yo le había herido a él
Se levantó con las gafas rotas y la cara roja

Y nunca fui un abusón en el colegio
Sólo fue un incidente aislado que siempre me ha atormentado
Nunca fui un abusón en el colegio
Y donde quiera que estés, pobre chico, lo siento mucho

Y cuando me hice más mayor, aprendí a tocar la guitarra
Mientras todos los demás asistían a los partidos de fútbol
Vistiendo los brillantes colores de la escuela
Coreando los cánticos y animando a los jugadores

Conseguí un contrato discografico en 1992
A partir de ese momento, mi nombre, mi banda y mi público crecieron

Y desde entonces, me han pasado muchas cosas
Pero descubrí que no podía desprenderme de la melancolía
Cuarenta y seis años después, no he podido romper el hechizo
La llevaré siempre conmigo y probablemente me hundiré con ella

Me iré a la tumba con mi melancolía
Y mi fantasma propagará mis sentimientos por toda la eternidad

Y cuando vuelvo a ver "The Song Remains The Same"
Me atraen las mismas cosas que me atrajeron entonces
Sólo que ahora, las escenas de Peter Grant y John Bonham
Son distintas cuando pienso que murieron

Tengo un amigo que vive en el desierto a las afueras de Santa Fe
Voy a ir a visitarlo este sábado
Entre mis viajes, sus divorcios y que ahora nunca tenemos tiempo, hace ya quince años que no lo veo

Él es el hombre que me contrató en el 92
Voy a ir allí y decirle, cara a cara, "gracias"
Por descubrir mi talento tan pronto,
Por ayudarme a recorrer este hermoso mundo musical al que estaba destinado

martes, 8 de enero de 2019

Algunos libros


La espuma de los días, Boris Vian
1984, George Orwell
La conjura de los necios, John Kennedy Toole
El túnel, Ernesto Sabato
El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
Historia del ojo, Georges Bataille
Ciudad Permutación, Greg Egan
El mundo de ayer, Stefan Zweig
Queremos tanto a Glenda, Julio Cortázar
Rock Springs, Richard Ford
Trópico de Capricornio, Henry Miller
El palacio de los sueños, Ismaíl Kadaré
El inmoralista, André Gide
La tía Julia y el escribidor, Mario Vargas Llosa
La música del azar, Paul Auster
Ada o el ardor, Vladímir Nabókov
Narraciones, Jorge Luís Borges
Las partículas elementales, Michel Houellebecq
Tren nocturno, Martin Amis
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
El castillo, Franz Kafka
El almuerzo desnudo, William Burroughs
Rosaura a las diez, Marco Denevi
La corrupción de un ángel, Yukio Mishima
Se busca mujer, Charles Bukowski
Reflejos en un ojo dorado, Carson McCullers
Exhalación, Ted Chiang
El hombre de los dados, George Cockcroft
Mortal y rosa, Francisco Umbral
Malone muere, Samuel Beckett
La tregua, Mario Benedetti
Accelerando, Charles Stross
La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares
Breviario de podredumbre, Emil Cioran
El hombre que fue jueves, Gilbert Keith Chesterton
El jugador, Fiódor Dostoyevski
Viaje al final de la noche, Louis Ferdinand Céline
Los inconsolables. Kazuo Ishiguro
Cuna de gato, Kurt Vonnegut
Los niños terribles, Jean Cocteau
Cosmos, Witold Gombrowicz

jueves, 3 de enero de 2019

Ideología y Estado


Cada ideología política aborda la idea de estado desde su particular punto de vista. Algunas proponen estados omnipotentes o totalitarios, otras apuestan por estados raquíticos a los que asignan el papel de meros árbitros económicos, mientras que ciertos movimientos políticos se proponen destruir toda forma de estado.

El marxismo pretendía acabar con el capitalismo mediante una revolución social tras la que el estado adoptaría la forma de una dictadura del proletariado. Durante este proceso, la propiedad privada sería abolida y el estado burgués se convertiría en estado obrero, asumiendo el control de todos los medios de producción. El aparato estatal, liderado por el partido comunista, acumularía todo el poder político, social y económico.

En realidad, el marxismo consideraba esta forma de gobierno, la dictadura del proletariado, como una etapa transitoria previa a la verdadera sociedad comunista. En la "fase superior" del comunismo, la superación de la sociedad burguesa dividida en clases y el aumento de la capacidad productiva permitiría a los trabajadores asumir todo el poder. Los obreros podrían trabajar cuando y donde quisieran, no sería necesaria la especialización ni la división del trabajo. Ya no existiría el dinero, y cada persona podría disponer de tantos bienes de consumo como deseara. En esta fase se contemplaba la disolución del estado, que ya no sería necesario porque los obreros asumirían colectivamente el control de los medios de producción.

Los estados comunistas reales nunca superaron la primera etapa totalitaria del programa marxista. La fase final, que los marxistas consideraban el verdadero comunismo, quedó reducida a una mera utopía.

La socialdemocracia es una ideología política que acepta el sistema capitalista pero intenta reducir las desigualdades que genera mediante el desarrollo de servicios sociales, la redistribución de ingresos y la regulación de la economía. Este tipo de gobierno democrático, característico de los países del norte de Europa, combina la economía de mercado con la economía planificada. La administración del obeso estado socialdemócrata requiere grandes recursos económicos y humanos, lo que implica impuestos elevados.

Los fundadores de la socialdemocracia procedían de los movimientos obreros y, aunque compartían los objetivos del marxismo, comenzaron a discrepar en los medios para alcanzarlos. En este aspecto fueron influidos por las ideas de los fabianos británicos. La Sociedad Fabiana rechazaba la revolucion marxista apostando por una vía democrática y reformista.

Según Bernard Shaw, dramaturgo, crítico, polemista, reformador de la lengua inglesa y celebré fabiano irlandés, el socialismo se alcanzaría gracias a "la extensión gradual del sufragio y la transferencia de rentas e intereses al estado, no de golpe, sino poco a poco". Lo cierto es que Shaw era más bien voluble y propenso a mantener ideas contradictorias. Al final de su carrera abandonó el gradualismo fabiano y acabó elogiando a dictadores de todas las tendencias como Mussolini o Stalin.

El liberalismo clásico fue una corriente ideológica que surgió en el siglo XVII. Se oponía al poder absoluto del estado y defendía las libertades civiles de los individuos así como la libertad de mercado. Sus pensadores más destacados fueron John Locke y Montesquieu. A pesar de todo, consideraban que el estado era necesario para defender las libertades individuales y garantizar la libre competencia en la economía.

Los minarquistas llevaron más allá los ideales libertarios al considerar que el papel del estado debería reducirse a su mínima expresión. Para conseguir una sociedad realmente libre, el estado minarquista limitaría su actividad a las funciones de seguridad y justicia, no existirían servicios sociales, subsidios ni ayudas.

Los anarcocapitalistas creen en el liberalismo económico radical. Para ellos el estado es un agente coercitivo, monopolista y liberticida que no debería existir, por lo que todas sus funciones, la justicia, la defensa, la educación o la sanidad, deberían ser asumidas por empresas privadas en libre competencia. Algunos anarcocapitalistas han adoptado el panarquismo. Paul Émile de Puydt, un economista belga, introdujo el concepto de panarquía en 1860. Según esta filosofía política todo individuo tendría derecho a elegir entre varios gobiernos o jurisdicciones que competirían en un mismo territorio. Estos gobiernos voluntarios o multigobiernos serían empresas privadas que ofrecerían a sus "clientes" los mismos servicios que un estado.

En el año 2014, el escritor y creador de cómics, Zach Weinersmith, publicó un libro llamado "Polystate: a thought experiment in distributed goverment". Weinersmith plantea que en un futuro próximo el desarrollo de las tecnologías de la información, la inteligencia artificial y el culto a la libertad de elección permitirán la irrupción del poliestado. El libro describe un poliestado compuesto por múltiples "antropoestados", que desplazarán a los "geoestados" actuales. Los ciudadanos podrán elegir libremente el antropoestado que mejor se adapte a sus ideas y principios. Se trata de una especie de actualización tecnológica de los ideales panarquistas.

La realización de este tipo de sociedades retrofuturistas plantea todo una serie de circunstancias anómalas y colisiones de intereses. Por ejemplo, los conflictos entre miembros de distintos antropoestados o jurisdicciones privadas. Los panarquistas plantean como solución la existencia de una especie de derecho internacional que sería aplicado por agencias de arbitraje privadas. Lo cual abre nuevos interrogantes: ¿qué pasaría si los gobiernos implicados han contratado a distintas agencias de arbitraje?, ¿y si surgen conflictos de intereses entre dos agencias de arbitraje?...

Para algunas personas el concepto de libertad resulta un tanto aterrador. Aumentar las posibilidades de elección equivale para nosotros a crear nuevas opciones de error y formas de sufrimiento. Aquellos que tenemos tendencia a tomar malas decisiones probablemente acabaríamos en el antropoestado equivocado. El padre del panarquismo, De Puydt, aseguró que la competencia gubernamental permitiría "tantos gobiernos como se han inventado o se inventarán", por lo que no cabría descartar que algunos de ellos se convirtieran en dictaduras. Dado que ningún gobierno estaría sometido a otros de rango superior, nadie podría evitarlo.