martes, 16 de abril de 2019

Díptico apocalíptico

Aún conservo la hoja de papel que me regaló, hace unos años, un niño bastante enigmático. En cada cara de la hoja hay un dibujo. Se trata de un curioso díptico, una especie de novela gráfica compuesta por dos únicas viñetas.


En la primera, un intrépido esquiador, ataviado con gorro y bufanda, se desliza por la pendiente de una ladera nevada que resulta ser la frente de un extraño personaje. Al pie de la montaña un simpático muñeco de nieve dirige al esquiador mensajes de aliento: "¡Viva, venga!", "¡Tú puedes!". El observador atento entenderá que se trata de algún tipo de competición, pues a lo lejos se vislumbra la pancarta de meta.


Al girar la hoja de papel y contemplar el segundo dibujo, nos enfrentamos a un desenlace inesperado. Aunque pueden ser varias las interpretaciones, la mayoría de las personas que han contemplado la escena comparten una visión similar de los acontecimientos representados. Al continuar con su trayectoria descendente, el esquiador ha sido atrapado por el muñeco de nieve que, a pesar de sus palabras anteriores, ha resultado ser un personaje bastante siniestro. El esquiador, aterrado, apela a su progenitora ("¡Mamá, mamá!") y profiere lamentos plañideros ("¡Bua, bua, bua!").

No obstante, quedan algunos interrongantes sin una respuesta clara: ¿por qué la montaña nevada cierra los ojos y saca la lengua?, ¿puede que su papel en el fatal desenlace no sea tan pasivo como parece?, ¿el esquiador llora porque está siendo agredido o porque siente miedo?, ¿es posible que el muñeco de nieve no sea un agresor sino la víctima de la imprudencia o la falta de pericia del esquiador?

Sólo el pequeño artista lo supo.

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