martes, 9 de abril de 2019

Fracaso sentimental estimado


De ésto hace ya mucho tiempo. Mis compañeros de trabajo querían organizar una fiesta y, finalmente, me habían convencido para que se celebrara en mi casa. Tras varias negativas por mi parte, uno de ellos había sabido pulsar la tecla adecuada: me aseguró que la chica que me gustaba, una de nuestras compañeras menos atractivas, acudiría a la fiesta. Debido a mi carácter algo misántropo, aquella noche me encontraba fuera de lugar. Los demás, incluso algunas personas que apenas conocía, parecían encajar mejor que yo en mi propio entorno. La escena me producía cierta extrañeza, como si dos realidades incompatibles comenzaran a mezclarse.

Pero, a pesar de todo, la chica había venido. Y quiso la fortuna que estuviera sentada precisamente en el extremo de un sofá junto a un mueble que albergaba, precisamente, cierta colección de biografías. Eso me puso más nervioso porque la chica poseía cierta cultura y parecía natural que se interesara por aquellos libros. Comenzó a revisar las estanterías, leyendo los nombres de los personajes históricos escritos en los lomos. La colección estaba integrada por 57 volúmenes, pero ella escogió uno y sólo uno, lo extrajo del mueble y entonces se me heló la sangre.

Todos tenemos algunos objetos malditos, algunos secretos inconfesables. Había cierta foto mía que no quería enseñar a nadie. Era el retrato de un idiota, el rostro impenetrable de un ser estupefacto, el mapa de la estulticia humana... y unos meses atrás, con la intención de confinarla en un lugar seguro donde no pudiera hacer daño a nadie, la escondí dentro de uno de aquellos libros, un volumen escogido aleatoriamente. Y me olvidé del asunto. Hasta que la última persona del mundo a la que le habría mostrado esa foto abrió aquel libro presisamente por cierta página y la encontró allí. El hallazgo fue celebrado con alborozo y la foto pasó de mano en mano provocando estupor e hilaridad entre los presentes, mientras yo me consumía en el altar de mi desesperación.

No recuerdo el título del libro. Lo más adecuado habría sido la biografía de algún personaje atormentado como el escritor checo Franz Kafka o, mejor aún, la del filósofo alemán Friedrich Nietzsche que, ironías del destino, según parece, murió de sífilis a pesar de ser virgen. Ambas biografías formaban parte de la colección.

En realidad, lo que más me atormentaba es que se trataba de un suceso altamente improbable, un acontecimiento extraño y remoto. En el salón en el que nos encontrábamos había otros libros y objetos que podrían haber captado la atención de la chica. Si se hubiera sentado en otra zona es posible que nunca se hubiera fijado en la colección de biografías. Aún así, dicha colección contenía 57 volúmenes, e incluso en el caso de tomar el volumen indicado podría no haberlo abierto por la página en la que se encontraba la fotografía. La probabilidad estimada del suceso podría calcularse así:

P = PC x PL x PF

Lo que significa que la probabilidad de que la chica encontrase la foto podría calcularse como la intersección de tres sucesos, es decir, el producto de sus probabilidades:

PC: la probabilidad de que se fijara en la colección de biografías.

PL: la probabilidad de que extrajera el libro en cuestión.

PF: la probabilidad de que abriera el libro por la página de la foto.

Si estimamos que: PC=1/7, PL=1/57 y PF=1/3, entonces la probabilidad estimada del hallazgo sería:

P = 1/7 x  1/57 x 1/3 = 0,0008

Es decir que, en teoría, habría sido necesario celebrar más de mil fiestas para que el fatídico incidente se hubiera producido en una sola ocasión.

En los últimos años, la frustración generalizada ante el fracaso sentimental y sexual ha conducido a algunos hombres a formar comunidades INCEL. Se trata de un fenómeno inquietante, surgido en foros de internet cuyos miembros dan rienda suelta a su resentimiento y culpan a las mujeres de todos sus problemas y de los males del mundo. Los INCEL, célibes involuntarios, son hombres que al ser rechazados repetidamente, se ven obligados a mantener largos periodos de abstinencia sexual y afectiva. La cosa suele degenerar en misoginia, fantasías violentas, amenazas y, en algunas ocasiones, en agresiones reales.

En mi opinión, la intolerancia a la frustración, un rasgo característico de nuestro tiempo, impide a muchas personas interpretar correctamente este tipo de situaciones. El fracaso sentimental, al igual que otros fracasos, puede convertirse en una experiencia inspiradora con un enorme potencial creativo. Ser rechazado por la persona amada, o abandonado por la pareja, ha inspirado a grandes artistas y pensadores. Las personas rechazadas no conviven con personas de carne y hueso sino con fantasmas y seres idealizados. El amor correspondido suele conducir a la distracción, la molicie sentimental y la autocomplacencia, mientras que el desamor alimenta el sentimiento trágico de la vida y la búsqueda de la trascendencia.

Pero tengo que reconocer que aquella noche fatídica, en aquel escenario improbable, ninguna de estas reflexiones me habría consolado demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario